BlogTopSites

domingo, 12 de abril de 2015

Rajoy, el PP y el Consejo Nacional del Movimiento

Rajoy ante las elecciones: Estupefacto


Prietas las filas,
recias, marciales,
nuestra escuadras van 
cara al mañana 
que nos promete
Patria, Justicia y Pan.


Así comenzaba el himno del Frente Nacional de Juventudes. Toda una alabanza a la unidad y obediencia al líder, el que señala los objetivos y traza la estrategia. El único conocedor de qué es lo mejor para la patria.

Dicen las malas lenguas que con ésta canción terminó ayer, la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP.

Curiosa reunión; desde el principio estuvo preñada de echos que sorprenden.

A mí, la reunión me ha recordado, en su liturgia, a las del Consejo Nacional del Movimiento, cuando acudía Franco.
Franco hablaba, después aplausos

La convocatoria tuvo lugar el pasado 1 de abril, miércoles santo, para el 7 de abril, martes de pascua. Su objetivo: «El presidente convoca el martes a la Junta Directiva Nacional para revisar sus políticas de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales».

Pero en realidad:
¿Por qué su convocatoria, su necesidad?:
Por el fracaso de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional celebrada el pasado 23 de marzo, tras las elecciones andaluzas, al que no asistieron la mayoría de los barones territoriales del PP, y en el que el propio Rajoy, al final de su discurso y ante la ausencia de intervenciones, llegó a decir "¡Que hable alguien!".

¿Por qué su urgencia?:
Por la proximidad de las elecciones autonómicas y municipales convocadas para el 24 de mayo, y en buena parte por lo anterior, el fracaso rotundo de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del 23 de marzo, día siguiente a las elecciones andaluzas.

También, por el creciente  descontento que existente en diversos sectores del PP, en particular entre los barones y candidatos a las elecciones del próximo 24 mayo, por el rumbo adoptado por Rajoy al apostar todos los argumentos electorales a la mejora económica, -según él la percibe, pero no la ciudadanía-. Con esta decisión, Rajoy, una vez más, descarta la política del debate electoral.

Debemos tener en cuenta que los resultados que logre cada partido el 24 de mayo, van a tener una gran trascendencia de cara a las elecciones generales, que se celebrarán, probablemente, a finales de noviembre. Alguno de los que se perfilan candidatos para esas elecciones, podría no serlo, incluso alguno de los partidos en liza podría desaparecer. De modo que las elecciones autonómicas y municipales de mayo son una especie de primera vuelta de cara a las generales.

Por otro lado, en clave interna, algunos han especulado, interesadamente, sobre las decisiones que podrían surgir de ésa reunión; descartado un cambio de rumbo en el argumentario electoral, las especulaciones se centraban en un posible relevo de Cospedal al frente de la Secretaría General del partido. Es sabido que dirigentes populares reclaman una persona liberada al frente del partido, y no como Cospedal, que está compatibilizando sus funciones en el partido con la Presidencia de la Comunidad de Castilla-La Mancha.

Quienes hablaban de ésa posibilidad o desconocen el talante de Rajoy o pretendían crear las condiciones para que dicho relevo tuviera lugar. Son conocidos los enfrentamientos existentes entre Cospedal, de una parte y Arenas y Sáenz de Santamaría, por otra.

De echo, al encuentro se ha llegado después de una Semana Santa en la que se han cruzado declaraciones y  comentarios entre fuentes del partido descontentas con el rumbo de la  formación y afines a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que han defendido su labor públicamente. El telón de fondo,  el batacazo electoral en Andalucía y el supuesto enfrentamiento entre  sectores del partido por el rumbo de la formación.

A la reunión acudieron la mayoría de los convocados. Tras la preceptivas intervenciones de la Secretaria General, María Dolores de Cospedal,  y del ViceSecretario General de Organización, Carlos Floriano, tomó la palabra el Presidente del Partido, Mariano Rajoy, que agradeció el esfuerzo de todos y en concreto a Cospedal, con éstas palabras:
«Quiero agradecer a la secretaria general su trabajo, que ha tenido que lidiar con momentos muy difíciles...».
Con lo que dejó zanjas las especulaciones sobre su relevo.

En su esperado discurso ante los casi 600 miembros presentes de la Junta Directiva Nacional, prometió éste “corregir errores” políticos para tratar de tranquilizar a los barones territoriales y candidatos de su partido, que durante la última semana han exigido, en público y en privado, un cambio de rumbo en la dirección que evite otro desastre comparable al de Andalucía, en las elecciones de mayo.

Sin embargo, cuando Rajoy concretó, su discurso seguía siendo el mismo, siguió apoyándose en la recuperación económica y en recalcar el esfuerzo que todos deberían hacer para que el mensaje llegue al ciudadano, «que ya lo está comenzando a percibir» (¿?).

Por lo demás, lo único que me parece resaltable de su discurso, fue su alusión a no olvidar la pertenencia al PP, en referencia a los que tratan de mostrar una postura distante de la de Génova:
«quiero deciros que los que estamos aquí somos miembros del PP y vamos a ir en las listas del Partido Popular... Llevo aquí toda mi vida activa, y este partido nos ha dado mucho, a mí muchísimo. Y este partido y esta sigla de PP es la que nos va a hacer ganar de nuevo las elecciones».

Y, por otra parte, la reafirmación de la unidad dentro del PP:
«Este no es el partido de una persona, con su personalidad, forma de ser, sus creencias, su particular manera de entender la política. No voy a hacer un llamamiento a la unidad porque este es un partido unido. Lo único que vengo a pediros es un nuevo esfuerzo por España. Yo lo voy a hacer, y sé que vosotros también. No nos jugamos una victoria más o menos, sino salir definitivamente de la crisis, la estabilidad y seguridad de la nación».

La identificación del PP con el futuro de España fue constante a lo largo de su intervención.

La única autocrítica que realizó está contenida en las siguientes palabras:
«Nos dirán con razón que les hemos defraudado en cosas, nos recriminarán con razón por los casos de corrupción y les diremos que estamos tan abochornados como ellos por los casos que hemos conocido, no estábamos a salvo de esas conductas reprobables, pero podremos decir que no hay impunidad y hemos hecho reformas para atajar esos comportamientos...».

El resto fueron arengas y autocomplaciencia.

Tras el discurso de Rajoy, ninguno de los miembros del máximo órgano de decisión entre Congresos, tomó la palabra para formular una pregunta o  expresar su opinión. Todos se limitaron a aplaudir. A continuación abandonaron la sala ordenadamente.

Igual ocurría en las reuniones del Consejo Nacional del Movimiento presididas por Franco.

El académico José María Pemán, afecto al régimen, decía del Consejo Nacional del Movimiento, con su gracejo gaditano lo siguiente:
 «Es un órgano colegiado que se reúne de vez en cuando para escuchar lo que dice el aconsejado».
¿Acaso no es esto lo que ha hecho la Junta Directiva Nacional del PP, en la reunión del martes?

Esta tensión tiene convulso al PP; la falta de autocrítica pública y privada, el silencio en las reuniones de sus órganos de dirección, es consecuencia de un concepto que arrastra el partido desde su origen. Su estructura es presidencialista y el presidente del partido utiliza su poder de manera absolutista porque así está previsto en los estatutos. En realidad es el "líder" el "caudillo" de toda la organización. Lo decide todo con mano dura en pos de la unidad del partido. Suya es la última palabra. Él pone y quita a los cargos del partido, y a los candidatos a cargos públicos. Nadie le contradice, y el que lo intenta pone en peligro su futuro político. En definitiva, se prima "la obediencia ciega al líder"

Hoy ése cargo lo ostenta Mariano Rajoy y le viene muy grande. A diferencia de Manuel Fraga o José María Aznar, no tiene su carácter fuerte y resolutivo. Lo suyo es dejar que los problemas se resuelvan solos o que se pudran. Sus tiempos no se corresponden con los tiempos de la  dinámica de la política actual. Por eso va siempre arrastras de los acontecimientos, tanto en política interior como exterior. Actúa al mandato de las ideas e iniciativas de otros, aunque siempre se arrogue el éxito y calle ante el fracaso. Políticamente hablando es cobarde.
De echo, no le gusta la política ni sabe moverse en ella.

Salvo Antonio Hernández Mancha,  en tiempos de AP, no ha habido otro presidente del partido conservador español que haya sido más cuestionado, ni tampoco que haya acumulado tanto poder. Un patrimonio que está muy cerca de perder.

Pasados unos días, se demuestra la inutilidad de la reunión. Nada ha cambiado, los enfrentamientos y desplantes entre las diferentes corrientes del PP continúan. Los barones territoriales comienzan sus respectivas precampañas electorales evitando las referencias al partido, y sus símbolos están ausentes en los anuncios de la precampaña. Ninguno, al menos de momento, sigue las instrucciones que Rajoy planteó en la reunión del martes. Tienen mucho miedo a perder su feudo. Son conscientes de que ésa posibilidad tiene una alta probabilidad de convertirse en realidad.

Miguel Ángel Aguilar, había escrito ése mismo día, 7 de abril, en su columna en El País, bajo el título "Hasta la derrota final" el siguiente párrafo:
«Que en el último comité ejecutivo, tras la derrota electoral de Andalucía, todos guardaran silencio es revelador de un ambiente donde preguntar ofende, opinar descalifica y solo el asentimiento lanar es garantía de progreso».

Y terminaba diciendo, a modo de pronóstico :
«Todo indica que estamos en vísperas de una nueva migración de la derecha, que jugó al progresismo con la UCD, quiso volver por sus privilegios con AP, intentó el vale todo con el PP y ahora, insostenibles las gaviotas, podría anidar bajo otro logo».



Majadahonda, 11 de abril de 2015.

No hay comentarios:

Publicar un comentario