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miércoles, 29 de abril de 2015

Carta abierta al Sr. Rajoy

Sr. Rajoy.

Soy un ciudadano español harto de usted, de su partido y de todo lo que representan.

Soy un español que creyó que a partir del 79 este país había comenzado un cambio que poco a poco nos llevaría a una democracia plena.

Soy un español que vivió muchos años el franquismo, en el que, por su ausencia, aprendí el sentido de la palabra «Libertad». A ésta luego le siguieron muchas otras, todas relacionadas con los derechos humanos.  

Pero ésa ilusión ha ido desapareciendo a medida que la acción política de los principales partidos de este país -PSOE y PP- ha derivado hacia una partitocracia de turnos que ha borrado las diferencias entre ambos, en la que los intereses de ambos se han puesto por delante de los de la ciudadanía, bien por su afán de mantener el poder para alimentar el ego y los sucios intereses personales de los respectivos dirigentes, así como los intereses clientelares de muchos de sus cargos públicos y de sus "amigos".

Este reproche lo comparten por igual PSOE y PP, y también algún otro partido del ámbito nacionalista, me refiero a CDC y UDC -CiU- y PNV, así como los sindicatos CC.OO. y UGT.

Tampoco excluyo de él a la máxima representación del Estado, la Monarquía Española, que ha dilapidado todo el crédito que llegó a poseer incluso entre algunos de los que nos definimos como republicanos.

Todos ustedes, de la mano de los plutócratas de este país, nos han traído al estado actual, contando con la colaboración de una ciudadanía  no educada para vigilar el comportamiento de sus políticos en defensa de la democracia; para reclamar transparencia en sus actuaciones. Solo educada para depositar su voto periódicamente. El perfecto 'ciudadano elector'. En ocasiones subsidiado desde el poder para obtener su voto. Hay muchas formas de hacerlo. Ninguna legítima ni ética, pero todas eficaces. ¿Cómo si no se pueden explicar algunos resultados electorales?

Ustedes han ayudado a extender ése cáncer llamado corrupción a una gran parte de la sociedad, en lugar de optar por una didáctica que mostrara que la corrupción es un mal  social. Actuaban por su propio interés, pues así esperaban que la gente mostrarse comprensión en el caso de que sus propias actividades corruptas salieran a la luz. Buscaban un colchón de impunidad a costa de la "ignorancia del pueblo".

Y durante un tiempo les ha funcionado, pero ya no. Ha llegado la hora de que todos ustedes respondan ante la ley y el pueblo. La ley la administra la justicia, que es lenta, pero los ciudadanos, el pueblo, ya ha dictado sentencia; que coincidirá o no con la de los jueces, pero políticamente ya les ha juzgado.

Los ciudadanos dictarán su sentencia cuando depositen sus votos en las urnas. No queda mucho; sin embargo, las experiencias de tiempos recientes no ayudan a templar la justa indignación e impaciencia.

Si le dirijo esta carta a usted en lugar de al conjunto de todos ustedes, es porque considero que su partido, el PP, y usted en particular, como presidente del gobierno, del partido e incluso como persona, encarna lo peor de todo lo que he afirmado anteriormente.

Por mucho que haga constante alusión a "la herencia recibida" -pero no desconocida, no nos mienta- ha sido usted y su partido los que han tenido responsabilidades de gobierno desde finales de 2011.

Usted podía haber optado por otra forma de gobernar, pero eligió la más fácil para usted y sus amigos y la más difícil, dura y más dañina ha para su pueblo.

A usted no le gusta la política, ya lo sabemos, y como gestor es un ejemplo a no seguir, también lo sabemos, y que es indolente, por lo que no toma decisiones; pero también sabemos ahora es que es cobarde, no arriesga en la búsqueda de alternativas si alguien se lo da hecho, y ha usted se lo han dado hecho. La Sra. Merkel, la Comisión Europea, el BCE, el FMI y la OCDE le han dicho qué tenía que hacer para gobernar España y usted, desde su cobardía política, su indolencia y sus ideas neoliberales ha obedecido. Éso sí, sin pensar en los ciudadanos de este país.

Las dificultades que haya podido tener en su gobierno no han surgido de búsqueda de lo mejor para el pueblo español, sino de la adecuación de la gestión de su gobierno a los planes que le daban las fuentes que he mencionado.

Claro, que contaba con un instrumento esencial para llevar a cabo los cambios solicitados por sus socios. Tenía casi todo el poder territorial y mayorías absolutas en el Congreso y el Senado. Éste poder, utilizado de forma radical, como siempre ha hecho el PP, le otorgaba una gran ventaja práctica. Y para rematar, utiliza ése poder para hacerse con el control de todas, absolutamente todas las Instituciones del Estado, terminando así con uno de los pilares de la democracia, la separación de poderes. España es casi toda suya.

Desde ésa base, acabar con la educación pública, la sanidad pública, el empleo público, las dotaciones para la dependencia, el plan de I+D+i, la justicia gratuita y universal, y un largo etcétera en el que también incluyo una ley laboral que no solo no ha rebajado significativamente las cifras del desempleo, sino que lo ha llevado a un nivel tan precario que tener trabajo no significa salir de la pobreza ni poder afrontar con esperanza un futuro. Llevar a cabo todo eso es un plan fácil de realizar cuando se cuenta con tanto poder político como usted y su partido han llegado a acumular. Pero con ello ambos, que son uno, han demostrado lo poco que les importan los ciudadanos españoles.

Con usted al mando del gobierno su partido, el PP, se han asaltado las instituciones del estado, todas están a sus ordenes, las han convertido en instrumentos de su política, las han prostituido, han dejado de ser independientes del poder ejecutivo. Usted las controla todas. Hoy las instituciones del estado carecen de legitimidad y credibilidad.

Y no me diga que está legitimado porque fueron casi 12 millones de esos españoles los que les eligieron para gobernar por cuatro años. Su elección es legal, pero la legitimidad se gana o pierde con la acción diaria de gobierno, y ustedes la perdieron  de inmediato cuando tras ganar unas elecciones con un programa electoral a la medida de lo que sus votantes pedían, estando muy bien informados de que no podrían llevarlo a cabo, lo cambiaron por el que les impusieron desde Europa. No me traicionaron a mí, que nunca les he votado, traicionaron a los suyos, los que depositaron su confianza en el PP.

Con su gobierno y su partido, España se ha empobrecido y endeudado por varias generaciones. Con ustedes aumentó el paro, y siguieron destruyendose empresas. Hoy la tasa de cobertura por desempleo se sitúa cerca del 50%. Hoy, más de 1,8 millones de familias tienen a todos sus miembros sin trabajo.

Según la EPA del primer trimestre de 2015, se han destruido 114.100 empleos respecto al cuarto trimestre de 2014, y la tasa de población activa sigue descendiendo. Su respuesta a esta encuesta ha sido triunfalista. En una insólita aparición pública desde su despacho, dijo, sacando pecho, que los datos de la EPA eran muy buenos y confirmaban la recuperación económica, ya que el paro del primer trimestre de este año se había reducido en 13.100 personas respecto al cuarto trimestre del año anterior. En efecto, éso recogía la encuesta, que también añadía que el número de personas en paro se sitúa en 5.444.600, siendo la tasa de paro del 23,78%, siete décimas más que en el trimestre anterior.

¿Dónde encuentra usted los motivos para sentirse triunfalista? ¿En las perspectivas de subida del PIB para 2015? Y las personas, ¿qué pasa con ellas? ¿cuando van a repercutir en ellas esas perspectivas de crecimiento del PIB? ¿qué hacen mientras tanto?

Para usted, Sr. Rajoy, los españoles, los ciudadanos, son solo cifras, una variable más en su hoja de cálculo.

¿Qué? ¡Ah, ya! Que usted no siente empatía por las personas. Si, ya lo sabemos, pero como presidente del gobierno su obligación es cuidar por su bienestar, aunque no sienta empatía por nosotros. No le pedimos que nos quiera, sino que gestione el país en búsqueda de nuestro bienestar, si no sabe hacerlo debería irse ya.

Esos gestos triunfales no convencen ya ni a sus votantes, y si lo hace con algunos ¡allá ellos!, pero no nos joda a los demás.

Sus palabras y gestos de triunfo no consiguen cambiar la opinión de la mayoría de la ciudadanía, harta ya de sus mentiras, cobardía y desprecio por los ciudadanos de este país. Reforzada además por los constantes casos de corrupción de exvicepresidente, exministro, embajadores, diputados y cargos públicos del PP.

¿De verdad cree que los españoles no somos conscientes de que los pocos avances logrados en la economía no son fruto de su gestión, sino de cambios introducidos por factores externos como las actuaciones del BCE, el rescate bancario, la bajada del euro respecto al dólar estadounidense y la bajada del precio petróleo?

¿De verdad cree que tan solo la economía es el factor que tenemos en cuenta los ciudadanos a la hora de decidir nuestro voto?

Pues si es así, está muy equivocado Sr. Rajoy, los españoles también somos conscientes de la pérdida de libertades -ahí esta la ley mordaza-, de la injerencia ideológica en la educación, tanto en la reforma educativa como en la política en contra de la escuela pública y a favor de la concertada y privada, en su mayoría ramas de la Iglesia Católica; también en cuestiones que afectan al ámbito privado de los ciudadanos y ciudadanas de este país. En la forma de legislar, adecuando las leyes a la conveniencia de sus intereses espurios, bastardos, de su gobierno, partido y amigos.  

Usted sabe perfectamente que muchas de sus leyes están siendo estudiadas por organismos internacionales como ONU, CE, Tribunal de Estrasburgo, etc, porque es probable que estén en contradicción con el Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Asimismo conoce la valoración que de su política económica, social y de libertades, han hecho diversos medios de comunicación internacionales de prestigio mundial, valoraciones todas muy críticas e incluso negativas. De todo esto estamos informados muchos españoles, pero usted no lo valora, no son razones para haber cambiado su forma de gobernar en esta legislatura.

Comprendo su posición, usted es solo un pequeño actor de un bloque de poder a nivel mundial, que está trabajando para cambiar el modelo económico-social existente hasta la llegada del neliberalismo de Thatcher y Regan y la caída del bloque soviético, por uno que se rige por un principio: la escasez de trabajo rebaja los costes salariales, el trasvase de recursos y doblega a los individuos. Es decir un mundo en el que una ínfima minoría de la humanidad posee casi el cien por cien de la riqueza y control de los recursos. El resto lucha por un trabajo con salario mísero, ésa lucha los divide y su control es fácil.

La excusa: el modelo anterior es insostenible. El estado del bienestar es una utopía. El mercado manda. Hay que volver a los principios del capitalismo.

¿Están convencidos de que no se repetirá la Historia? Un sistema similar se vino abajo hace poco más de dos siglos cuando el resto de individuos cobró conciencia de su poder. Deberían recordar que en aquella ocasión histórica rodaron muchas cabezas. No lo digo por la suya, todavía es pronto. No se dan las condiciones objetivas.

Sr. Rajoy, sigue confundiendo  ciudadanos con vasallos. A un pueblo en lucha que quiere echarle a usted y los suyos del poder, con un aborregado grupo de dirigentes del PP.

La ciudadanía de este país le niega la 'auctoritas' para seguir gobernando su destino.

Sr. Rajoy, los españoles estamos hartos de su 'desgobierno', de sus promesas incumplidas, de sus juegos malabares con las cifras, de sus constantes rectificaciones, de la falta de política en su gestión, de la carga de una ideología trasnochada en sus decisiones, de su desprecio por la opinión pública, de su falta de valor para presentarse cara a cara con los periodistas, de su incomparecencia ante la ciudadanía de este país -en un formato libre de cortapisas- para darle cuenta de su gestión, de su permanente cobardía frente a otros países para defender los intereses nacionales y algunas de las conquistas sociales y jurídicas que habíamos logrado como país soberano.

Por cierto, Sr. Rajoy, ya sé que hace mucho que se le ha olvidado, como a muchos otros miembros de la casta política, pero yo se lo recuerdo. Usted tiene, como le corresponde, el estatus y privilegios de Primer Ministro, pero no es otra cosa que un servidor público. Somos los españoles en conjunto los soberanos de este país, somos los sujetos a los que usted debería servir, pero usted, Sr. Rajoy no piensa en ello, solo piensa en mantenerse en el poder.

Pues bien, Sr. Rajoy, ya sabemos cómo nos sirve y por eso le decimos que no nos sirve. Coja el finiquito y no vuelva. Tampoco cometa la torpeza de pedirnos una carta de presentación, no le conviene.

Prepare sus cosas y deje libre el puesto a finales de noviembre.

Atentamente.

Un ciudadano español.


Majadahonda, 29 de abril de 2015.

Carta abierta al Sr. Rajoy

Sr. Rajoy.

Soy un ciudadano español harto de usted, de su partido y de todo lo que representan.

Soy un español que creyó que a partir del 79 este país había comenzado un cambio que poco a poco nos llevaría a una democracia plena.

Soy un español que vivió muchos años el franquismo, en el que, por su ausencia, aprendí el sentido de la palabra «Libertad». A ésta luego le siguieron muchas otras, todas relacionadas con los derechos humanos.

Pero ésa ilusión ha ido desapareciendo a medida que la acción política de los principales partidos de este país -PSOE y PP- ha derivado hacia una partitocracia de turnos que ha borrado las diferencias entre ambos, en la que los intereses de ambos se han puesto por delante de los de la ciudadanía, bien por su afán de mantener el poder para alimentar el ego y los sucios intereses personales de los respectivos dirigentes, así como los intereses clientelares de muchos de sus cargos públicos y de sus "amigos".

Este reproche lo comparten por igual PSOE y PP, y también algún otro partido del ámbito nacionalista, me refiero a CDC y UDC -CiU- y PNV, así como los sindicatos CC.OO. y UGT.

Tampoco excluyo de él a la máxima representación del Estado, la Monarquía Española, que ha dilapidado todo el crédito que llegó a poseer incluso entre algunos de los que nos definimos como republicanos.

Todos ustedes, de la mano de los plutócratas de este país, nos han traído al estado actual, contando con la colaboración de una ciudadanía  no educada para vigilar el comportamiento de sus políticos en defensa de la democracia; para reclamar transparencia en sus actuaciones. Solo educada para depositar su voto periódicamente. El perfecto 'ciudadano elector'. En ocasiones subsidiado desde el poder para obtener su voto. Hay muchas formas de hacerlo. Ninguna legítima ni ética, pero todas eficaces. ¿Cómo si no se pueden explicar algunos resultados electorales?

Ustedes han ayudado a extender ése cáncer llamado corrupción a una gran parte de la sociedad, en lugar de optar por una didáctica que mostrara que la corrupción es un mal  social. Actuaban por su propio interés, pues así esperaban que la gente mostrarse comprensión en el caso de que sus propias actividades corruptas salieran a la luz. Buscaban un colchón de impunidad a costa de la "ignorancia del pueblo".

Y durante un tiempo les ha funcionado, pero ya no. Ha llegado la hora de que todos ustedes respondan ante la ley y el pueblo. La ley la administra la justicia, que es lenta, pero los ciudadanos, el pueblo, ya ha dictado sentencia; que coincidirá o no con la de los jueces, pero políticamente ya les ha juzgado.

Los ciudadanos dictarán su sentencia cuando depositen sus votos en las urnas. No queda mucho; sin embargo, las experiencias de tiempos recientes no ayudan a templar la justa indignación e impaciencia.

Si le dirijo esta carta a usted en lugar de al conjunto de todos ustedes, es porque considero que su partido, el PP, y usted en particular, como presidente del gobierno, del partido e incluso como persona, encarna lo peor de todo lo que he afirmado anteriormente.

Por mucho que haga constante alusión a "la herencia recibida" -pero no desconocida, no nos mienta- ha sido usted y su partido los que han tenido responsabilidades de gobierno desde finales de 2011.

Usted podía haber optado por otra forma de gobernar, pero eligió la más fácil para usted y sus amigos y la más difícil, dura y más dañina ha para su pueblo.

A usted no le gusta la política, ya lo sabemos, y como gestor es un ejemplo a no seguir, también lo sabemos, y que es indolente, por lo que no toma decisiones; pero también sabemos ahora es que es cobarde, no arriesga en la búsqueda de alternativas si alguien se lo da hecho, y ha usted se lo han dado hecho. La Sra. Merkel, la Comisión Europea, el BCE, el FMI y la OCDE le han dicho qué tenía que hacer para gobernar España y usted, desde su cobardía política, su indolencia y sus ideas neoliberales ha obedecido. Éso sí, sin pensar en los ciudadanos de este país.

Las dificultades que haya podido tener en su gobierno no han surgido de búsqueda de lo mejor para el pueblo español, sino de la adecuación de la gestión de su gobierno a los planes que le daban las fuentes que he mencionado.

Claro, que contaba con un instrumento esencial para llevar a cabo los cambios solicitados por sus socios. Tenía casi todo el poder territorial y mayorías absolutas en el Congreso y el Senado. Éste poder, utilizado de forma radical, como siempre ha hecho el PP, le otorgaba una gran ventaja práctica. Y para rematar, utiliza ése poder para hacerse con el control de todas, absolutamente todas las Instituciones del Estado, terminando así con uno de los pilares de la democracia, la separación de poderes. España es casi toda suya.

Desde ésa base, acabar con la educación pública, la sanidad pública, el empleo público, las dotaciones para la dependencia, el plan de I+D+i, la justicia gratuita y universal, y un largo etcétera en el que también incluyo una ley laboral que no solo no ha rebajado significativamente las cifras del desempleo, sino que lo ha llevado a un nivel tan precario que tener trabajo no significa salir de la pobreza ni poder afrontar con esperanza un futuro. Llevar a cabo todo eso es un plan fácil de realizar cuando se cuenta con tanto poder político como usted y su partido han llegado a acumular. Pero con ello ambos, que son uno, han demostrado lo poco que les importan los ciudadanos españoles.

Con usted al mando del gobierno su partido, el PP, se han asaltado las instituciones del estado, todas están a sus ordenes, las han convertido en instrumentos de su política, las han prostituido, han dejado de ser independientes del poder ejecutivo. Usted las controla todas. Hoy las instituciones del estado carecen de legitimidad y credibilidad.

Y no me diga que está legitimado porque fueron casi 12 millones de esos españoles los que les eligieron para gobernar por cuatro años. Su elección es legal, pero la legitimidad se gana o pierde con la acción diaria de gobierno, y ustedes la perdieron  de inmediato cuando tras ganar unas elecciones con un programa electoral a la medida de lo que sus votantes pedían, estando muy bien informados de que no podrían llevarlo a cabo, lo cambiaron por el que les impusieron desde Europa. No me traicionaron a mí, que nunca les he votado, traicionaron a los suyos, los que depositaron su confianza en el PP.

Con su gobierno y su partido, España se ha empobrecido y endeudado por varias generaciones. Con ustedes aumentó el paro, y siguieron destruyendose empresas. Hoy la tasa de cobertura por desempleo se sitúa cerca del 50%. Hoy, más de 1,8 millones de familias tienen a todos sus miembros sin trabajo.

Según la EPA del primer trimestre de 2015, se han destruido 114.100 empleos respecto al cuarto trimestre de 2014, y la tasa de población activa sigue descendiendo. Su respuesta a esta encuesta ha sido triunfalista. En una insólita aparición pública desde su despacho, dijo, sacando pecho, que los datos de la EPA eran muy buenos y confirmaban la recuperación económica, ya que el paro del primer trimestre de este año se había reducido en 13.100 personas respecto al cuarto trimestre del año anterior. En efecto, éso recogía la encuesta, que también añadía que el número de personas en paro se sitúa en 5.444.600, siendo la tasa de paro del 23,78%, siete décimas más que en el trimestre anterior.

¿Dónde encuentra usted los motivos para sentirse triunfalista? ¿En las perspectivas de subida del PIB para 2015? Y las personas, ¿qué pasa con ellas? ¿cuando van a repercutir en ellas esas perspectivas de crecimiento del PIB? ¿qué hacen mientras tanto?

Para usted, Sr. Rajoy, los españoles, los ciudadanos, son solo cifras, una variable más en su hoja de cálculo.

¿Qué? ¡Ah, ya! Que usted no siente empatía por las personas. Si, ya lo sabemos, pero como presidente del gobierno su obligación es cuidar por su bienestar, aunque no sienta empatía por nosotros. No le pedimos que nos quiera, sino que gestione el país en búsqueda de nuestro bienestar, si no sabe hacerlo debería irse ya.

Esos gestos triunfales no convencen ya ni a sus votantes, y si lo hace con algunos ¡allá ellos!, pero no nos joda a los demás.

Sus palabras y gestos de triunfo no consiguen cambiar la opinión de la mayoría de la ciudadanía, harta ya de sus mentiras, cobardía y desprecio por los ciudadanos de este país. Reforzada además por los constantes casos de corrupción de exvicepresidente, exministro, embajadores, diputados y cargos públicos del PP.

¿De verdad cree que los españoles no somos conscientes de que los pocos avances logrados en la economía no son fruto de su gestión, sino de cambios introducidos por factores externos como las actuaciones del BCE, el rescate bancario, la bajada del euro respecto al dólar estadounidense y la bajada del precio petróleo?

¿De verdad cree que tan solo la economía es el factor que tenemos en cuenta los ciudadanos a la hora de decidir nuestro voto?

Pues si es así, está muy equivocado Sr. Rajoy, los españoles también somos conscientes de la pérdida de libertades -ahí esta la ley mordaza-, de la injerencia ideológica en la educación, tanto en la reforma educativa como en la política en contra de la escuela pública y a favor de la concertada y privada, en su mayoría ramas de la Iglesia Católica; también en cuestiones que afectan al ámbito privado de los ciudadanos y ciudadanas de este país. En la forma de legislar, adecuando las leyes a la conveniencia de sus intereses espurios, bastardos, de su gobierno, partido y amigos.

Usted sabe perfectamente que muchas de sus leyes están siendo estudiadas por organismos internacionales como ONU, CE, Tribunal de Estrasburgo, etc, porque es probable que estén en contradicción con el Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Asimismo conoce la valoración que de su política económica, social y de libertades, han hecho diversos medios de comunicación internacionales de prestigio mundial, valoraciones todas muy críticas e incluso negativas. De todo esto estamos informados muchos españoles, pero usted no lo valora, no son razones para haber cambiado su forma de gobernar en esta legislatura.

Comprendo su posición, usted es solo un pequeño actor de un bloque de poder a nivel mundial, que está trabajando para cambiar el modelo económico-social existente hasta la llegada del neliberalismo de Thatcher y Regan y la caída del bloque soviético, por uno que se rige por un principio: la escasez de trabajo rebaja los costes salariales, el trasvase de recursos y doblega a los individuos. Es decir un mundo en el que una ínfima minoría de la humanidad posee casi el cien por cien de la riqueza y control de los recursos. El resto lucha por un trabajo con salario mísero, ésa lucha los divide y su control es fácil.

La excusa: el modelo anterior es insostenible. El estado del bienestar es una utopía. El mercado manda. Hay que volver a los principios del capitalismo.

¿Están convencidos de que no se repetirá la Historia? Un sistema similar se vino abajo hace poco más de dos siglos cuando el resto de individuos cobró conciencia de su poder. Deberían recordar que en aquella ocasión histórica rodaron muchas cabezas. No lo digo por la suya, todavía es pronto. No se dan las condiciones objetivas.

Sr. Rajoy, sigue confundiendo  ciudadanos con vasallos. A un pueblo en lucha que quiere echarle a usted y los suyos del poder, con un aborregado grupo de dirigentes del PP.

La ciudadanía de este país le niega la 'auctoritas' para seguir gobernando su destino.

Sr. Rajoy, los españoles estamos hartos de su 'desgobierno', de sus promesas incumplidas, de sus juegos malabares con las cifras, de sus constantes rectificaciones, de la falta de política en su gestión, de la carga de una ideología trasnochada en sus decisiones, de su desprecio por la opinión pública, de su falta de valor para presentarse cara a cara con los periodistas, de su incomparecencia ante la ciudadanía de este país -en un formato libre de cortapisas- para darle cuenta de su gestión, de su permanente cobardía frente a otros países para defender los intereses nacionales y algunas de las conquistas sociales y jurídicas que habíamos logrado como país soberano.

Por cierto, Sr. Rajoy, ya sé que hace mucho que se le ha olvidado, como a muchos otros miembros de la casta política, pero yo se lo recuerdo. Usted tiene, como le corresponde, el estatus y privilegios de Primer Ministro, pero no es otra cosa que un servidor público. Somos los españoles en conjunto los soberanos de este país, somos los sujetos a los que usted debería servir, pero usted, Sr. Rajoy no piensa en ello, solo piensa en mantenerse en el poder.

Pues bien, Sr. Rajoy, ya sabemos cómo nos sirve y por eso le decimos que no nos sirve. Coja el finiquito y no vuelva. Tampoco cometa la torpeza de pedirnos una carta de presentación, no le conviene.

Prepare sus cosas y deje libre el puesto a finales de noviembre.

Atentamente.

Un ciudadano español.


Majadahonda, 29 de abril de 2015.

domingo, 12 de abril de 2015

Rajoy, el PP y el Consejo Nacional del Movimiento

Rajoy ante las elecciones: Estupefacto


Prietas las filas,
recias, marciales,
nuestra escuadras van 
cara al mañana 
que nos promete
Patria, Justicia y Pan.


Así comenzaba el himno del Frente Nacional de Juventudes. Toda una alabanza a la unidad y obediencia al líder, el que señala los objetivos y traza la estrategia. El único conocedor de qué es lo mejor para la patria.

Dicen las malas lenguas que con ésta canción terminó ayer, la reunión de la Junta Directiva Nacional del PP.

Curiosa reunión; desde el principio estuvo preñada de echos que sorprenden.

A mí, la reunión me ha recordado, en su liturgia, a las del Consejo Nacional del Movimiento, cuando acudía Franco.
Franco hablaba, después aplausos

La convocatoria tuvo lugar el pasado 1 de abril, miércoles santo, para el 7 de abril, martes de pascua. Su objetivo: «El presidente convoca el martes a la Junta Directiva Nacional para revisar sus políticas de cara a las próximas elecciones autonómicas y municipales».

Pero en realidad:
¿Por qué su convocatoria, su necesidad?:
Por el fracaso de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional celebrada el pasado 23 de marzo, tras las elecciones andaluzas, al que no asistieron la mayoría de los barones territoriales del PP, y en el que el propio Rajoy, al final de su discurso y ante la ausencia de intervenciones, llegó a decir "¡Que hable alguien!".

¿Por qué su urgencia?:
Por la proximidad de las elecciones autonómicas y municipales convocadas para el 24 de mayo, y en buena parte por lo anterior, el fracaso rotundo de la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del 23 de marzo, día siguiente a las elecciones andaluzas.

También, por el creciente  descontento que existente en diversos sectores del PP, en particular entre los barones y candidatos a las elecciones del próximo 24 mayo, por el rumbo adoptado por Rajoy al apostar todos los argumentos electorales a la mejora económica, -según él la percibe, pero no la ciudadanía-. Con esta decisión, Rajoy, una vez más, descarta la política del debate electoral.

Debemos tener en cuenta que los resultados que logre cada partido el 24 de mayo, van a tener una gran trascendencia de cara a las elecciones generales, que se celebrarán, probablemente, a finales de noviembre. Alguno de los que se perfilan candidatos para esas elecciones, podría no serlo, incluso alguno de los partidos en liza podría desaparecer. De modo que las elecciones autonómicas y municipales de mayo son una especie de primera vuelta de cara a las generales.

Por otro lado, en clave interna, algunos han especulado, interesadamente, sobre las decisiones que podrían surgir de ésa reunión; descartado un cambio de rumbo en el argumentario electoral, las especulaciones se centraban en un posible relevo de Cospedal al frente de la Secretaría General del partido. Es sabido que dirigentes populares reclaman una persona liberada al frente del partido, y no como Cospedal, que está compatibilizando sus funciones en el partido con la Presidencia de la Comunidad de Castilla-La Mancha.

Quienes hablaban de ésa posibilidad o desconocen el talante de Rajoy o pretendían crear las condiciones para que dicho relevo tuviera lugar. Son conocidos los enfrentamientos existentes entre Cospedal, de una parte y Arenas y Sáenz de Santamaría, por otra.

De echo, al encuentro se ha llegado después de una Semana Santa en la que se han cruzado declaraciones y  comentarios entre fuentes del partido descontentas con el rumbo de la  formación y afines a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que han defendido su labor públicamente. El telón de fondo,  el batacazo electoral en Andalucía y el supuesto enfrentamiento entre  sectores del partido por el rumbo de la formación.

A la reunión acudieron la mayoría de los convocados. Tras la preceptivas intervenciones de la Secretaria General, María Dolores de Cospedal,  y del ViceSecretario General de Organización, Carlos Floriano, tomó la palabra el Presidente del Partido, Mariano Rajoy, que agradeció el esfuerzo de todos y en concreto a Cospedal, con éstas palabras:
«Quiero agradecer a la secretaria general su trabajo, que ha tenido que lidiar con momentos muy difíciles...».
Con lo que dejó zanjas las especulaciones sobre su relevo.

En su esperado discurso ante los casi 600 miembros presentes de la Junta Directiva Nacional, prometió éste “corregir errores” políticos para tratar de tranquilizar a los barones territoriales y candidatos de su partido, que durante la última semana han exigido, en público y en privado, un cambio de rumbo en la dirección que evite otro desastre comparable al de Andalucía, en las elecciones de mayo.

Sin embargo, cuando Rajoy concretó, su discurso seguía siendo el mismo, siguió apoyándose en la recuperación económica y en recalcar el esfuerzo que todos deberían hacer para que el mensaje llegue al ciudadano, «que ya lo está comenzando a percibir» (¿?).

Por lo demás, lo único que me parece resaltable de su discurso, fue su alusión a no olvidar la pertenencia al PP, en referencia a los que tratan de mostrar una postura distante de la de Génova:
«quiero deciros que los que estamos aquí somos miembros del PP y vamos a ir en las listas del Partido Popular... Llevo aquí toda mi vida activa, y este partido nos ha dado mucho, a mí muchísimo. Y este partido y esta sigla de PP es la que nos va a hacer ganar de nuevo las elecciones».

Y, por otra parte, la reafirmación de la unidad dentro del PP:
«Este no es el partido de una persona, con su personalidad, forma de ser, sus creencias, su particular manera de entender la política. No voy a hacer un llamamiento a la unidad porque este es un partido unido. Lo único que vengo a pediros es un nuevo esfuerzo por España. Yo lo voy a hacer, y sé que vosotros también. No nos jugamos una victoria más o menos, sino salir definitivamente de la crisis, la estabilidad y seguridad de la nación».

La identificación del PP con el futuro de España fue constante a lo largo de su intervención.

La única autocrítica que realizó está contenida en las siguientes palabras:
«Nos dirán con razón que les hemos defraudado en cosas, nos recriminarán con razón por los casos de corrupción y les diremos que estamos tan abochornados como ellos por los casos que hemos conocido, no estábamos a salvo de esas conductas reprobables, pero podremos decir que no hay impunidad y hemos hecho reformas para atajar esos comportamientos...».

El resto fueron arengas y autocomplaciencia.

Tras el discurso de Rajoy, ninguno de los miembros del máximo órgano de decisión entre Congresos, tomó la palabra para formular una pregunta o  expresar su opinión. Todos se limitaron a aplaudir. A continuación abandonaron la sala ordenadamente.

Igual ocurría en las reuniones del Consejo Nacional del Movimiento presididas por Franco.

El académico José María Pemán, afecto al régimen, decía del Consejo Nacional del Movimiento, con su gracejo gaditano lo siguiente:
 «Es un órgano colegiado que se reúne de vez en cuando para escuchar lo que dice el aconsejado».
¿Acaso no es esto lo que ha hecho la Junta Directiva Nacional del PP, en la reunión del martes?

Esta tensión tiene convulso al PP; la falta de autocrítica pública y privada, el silencio en las reuniones de sus órganos de dirección, es consecuencia de un concepto que arrastra el partido desde su origen. Su estructura es presidencialista y el presidente del partido utiliza su poder de manera absolutista porque así está previsto en los estatutos. En realidad es el "líder" el "caudillo" de toda la organización. Lo decide todo con mano dura en pos de la unidad del partido. Suya es la última palabra. Él pone y quita a los cargos del partido, y a los candidatos a cargos públicos. Nadie le contradice, y el que lo intenta pone en peligro su futuro político. En definitiva, se prima "la obediencia ciega al líder"

Hoy ése cargo lo ostenta Mariano Rajoy y le viene muy grande. A diferencia de Manuel Fraga o José María Aznar, no tiene su carácter fuerte y resolutivo. Lo suyo es dejar que los problemas se resuelvan solos o que se pudran. Sus tiempos no se corresponden con los tiempos de la  dinámica de la política actual. Por eso va siempre arrastras de los acontecimientos, tanto en política interior como exterior. Actúa al mandato de las ideas e iniciativas de otros, aunque siempre se arrogue el éxito y calle ante el fracaso. Políticamente hablando es cobarde.
De echo, no le gusta la política ni sabe moverse en ella.

Salvo Antonio Hernández Mancha,  en tiempos de AP, no ha habido otro presidente del partido conservador español que haya sido más cuestionado, ni tampoco que haya acumulado tanto poder. Un patrimonio que está muy cerca de perder.

Pasados unos días, se demuestra la inutilidad de la reunión. Nada ha cambiado, los enfrentamientos y desplantes entre las diferentes corrientes del PP continúan. Los barones territoriales comienzan sus respectivas precampañas electorales evitando las referencias al partido, y sus símbolos están ausentes en los anuncios de la precampaña. Ninguno, al menos de momento, sigue las instrucciones que Rajoy planteó en la reunión del martes. Tienen mucho miedo a perder su feudo. Son conscientes de que ésa posibilidad tiene una alta probabilidad de convertirse en realidad.

Miguel Ángel Aguilar, había escrito ése mismo día, 7 de abril, en su columna en El País, bajo el título "Hasta la derrota final" el siguiente párrafo:
«Que en el último comité ejecutivo, tras la derrota electoral de Andalucía, todos guardaran silencio es revelador de un ambiente donde preguntar ofende, opinar descalifica y solo el asentimiento lanar es garantía de progreso».

Y terminaba diciendo, a modo de pronóstico :
«Todo indica que estamos en vísperas de una nueva migración de la derecha, que jugó al progresismo con la UCD, quiso volver por sus privilegios con AP, intentó el vale todo con el PP y ahora, insostenibles las gaviotas, podría anidar bajo otro logo».



Majadahonda, 11 de abril de 2015.