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lunes, 21 de julio de 2014

Democracia, cultura política y ciudadanía

Este blog tiene como origen la  constatación personal, obtenida a través de las redes sociales, de la, para mí preocupante, falta de cultura política de una parte importante de los ciudadanos españoles. He aquí solo dos ejemplos. Son dos respuestas que recibí ayer relacionadas con un blog en el que planteaba la posibilidad de un adelanto electoral para noviembre.
«@DocMonchito @FOROETICO Las elecciones cada 4 años, por Ley. Y si no saben o pueden gobernar, que pase el siguiente».
«@DocMonchito ,que se cumplan los plazos, nada de anticipo los demás tienen que rearmarse y postularse, necesitan ese tiempo...».
Quiero pensar que los tuits corresponden a personas muy  jóvenes, pero también podría mostrar otros escritos por personas adultas. En cualquier caso, los autores de los ejemplos que he expuesto, quizá votantes, deberían poseer una formación suficiente para no caer en los errores que contienen sus tuits.

La falta de conocimientos que revelan son fruto, sin duda, de la política educativa seguida por los gobiernos de éste país. Salvo los gobiernos presididos por el Sr. Zapatero, ningún otro introdujo en los planes de estudio una asignatura que abordara ésa formación. Además, si el gobierno del Sr. Zapatero lo hizo en 2006, fue en respuesta al requerimiento formulado por el Consejo de Europa en el año 2002. Tuvieron que transcurrir 28 años desde la aprobación de la actual Constitución Española. No se hizo nada hasta entonces.

CULTURA POLÍTICA
¿Cómo puede concebirse una sociedad democrática del siglo XXI en la que sus hijos no reciban una educación expresa de lo que significa el modelo de Estado en el conviven? ¿Cómo se puede vivir en democracia sin saber qué es ser ciudadano y los derechos y obligaciones que éso supone?
La experiencia democrática de España es tan escasa que se podría decir que es nula. No somos una Nación con un bagaje significativo de años de democracia. La transición de una dura dictadura a la democracia fue poco menos que un salto al vacío. No tenemos una tradición democrática, los individuos que vivimos la transición no teníamos  una cultura democrática, nos la hemos labrado, cada uno en su medida, con el paso de los años. Y sin embargo sin ella no es posible ejercer nuestro protagonismo ciudadano de manera plena y responsable, y transmitirlo a nuestros hijos en el seno familiar. Es el Estado, a través de los gobiernos, el encargado de hacerlo de forma no doctrinaria, contando con el papel de las familias.

Dicho esto en términos académicos, para el Profesor Jacques Lagroye, especialista en Sociología Política, la Cultura Política es «El conjunto de creencias y valores compartidos, referentes a la vida en sociedad y al rol de las actividades políticas en la conservación y la orientación de la cohesión social; conjunto de actitudes fundamentales que permiten el ajuste mutuo de los comportamientos o la aceptación de actos de autoridad que tienden a imponer ese ajuste».

Para expresar en términos más accesibles al común del pueblo, voy a utilizar algunos párrafos de una publicación titulada "La Cultura Política Democrática" editada por el  Instituto Federal Electoral de México, dentro de la serie "Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática". Se trata de una publicación al alcance de los ciudadanos. Aunque no conozco con exactitud la fecha de su publicación, hago notar que en la bibliografía la referencia más reciente data de 1993.

Cultura política.
«La cultura política de una nación es la distribución particular de patrones de orientación sicológica hacia un conjunto específico de objetos sociales los propiamente políticos entre los miembros de dicha nación. Es el sistema político internalizado en creencias, concepciones, sentimientos y evaluaciones por una población, o por la mayoría de ella».
«En última instancia, el referente central de la cultura política es el conjunto de relaciones de dominación y de sujeción, esto es, las relaciones de poder y de autoridad que son los ejes alrededor de los cuales se estructura la vida política. Es el imaginario colectivo construido en torno a los asuntos del poder, la influencia, la autoridad, y su contraparte, la sujeción, el sometimiento, la obediencia y, por supuesto, la resistencia y la rebelión».

La cultura política no es ideología
«La ideología política se refiere más a un sector acotado y diferenciado de la población que a ésta en su conjunto, como lo hace la cultura política, que tiene una pretensión general y nacional. De ahí que se hable de la cultura política del francés, del norteamericano, del mexicano, etc., aunque se reconoce la existencia de subculturas que conviven dentro de la gran cultura Política».

El ciudadano
«La noción de ciudadano se expresa nítidamente en el término elector (o votante), que es una categoría jurídico-política básica que iguala a los individuos entre sí, puesto que desde que se instauró el sufragio universal y secreto en el curso del siglo XIX y principios del XX cada elector, independientemente de su situación social particular, tiene el mismo peso al ejercer su derecho al sufragio. En otras palabras, el voto de un millonario o del presidente de la república cuenta lo mismo que el de un desempleado, un campesino o una ama de casa».

Esta acepción del concepto "ciudadano" creo que es la que está perfectamente clara para los españoles. Pero solo refleja un aspecto -necesario pero no suficiente- de lo que supone formar parte de la ciudadanía de una nación democrática. Es precisa su participación.

Participación
«El ciudadano quiere, al igual que el elector, ser antes que nada un sujeto activo de la política, un miembro de la sociedad con capacidad para nombrar a sus representantes y a sus gobernantes; pero también quiere organizarse en defensa de sus derechos, para ser escuchado por el gobierno y, en fin, para influir en los rumbos y direcciones de la vida política en el sentido más amplio. De ahí que una premisa básica de los valores y actitudes democráticas sea la participación voluntaria de los miembros de una población. La participación incrementa el potencial democrático de una nación justamente porque aumenta el compromiso ciudadano con valores democráticos tales como la idea de una sociedad atenta y vigilante de los actos del gobierno e interesada en hacerse oír por éste».

Educación ciudadana
«En una democracia, la educación ciudadana busca educar ciudadanos que sean libres de elaborar sus propios juicios y mantener sus propias convicciones. Estar de acuerdo con las leyes ya existentes no debe impedir que los ciudadanos busquen y planeen leyes mejores y más justas. El respeto a la ley, que es uno de los objetivos de la educación cívica, no significa una sumisión ciega a las reglas y leyes preexistentes, sino la capacidad de participar en su creación».
«La sociedad abierta, activa y deliberativa. Inspirada en principios liberales que defienden la concepción de una sociedad con amplios márgenes de autonomía frente al Estado, una cultura política democrática concibe a la sociedad como entidad abierta en la que se fomentan y se recrean la discusión de los problemas, el intercambio de opiniones, la agregación y articulación de demandas, es decir, las virtudes cívicas de asociación y participación».
«Las sociedades democráticas modernas se caracterizan por la gran cantidad de organizaciones y asociaciones que se forman y a las que se incorporan los ciudadanos para promover los más diversos ideales y demandas sociales (asociaciones en defensa de los derechos humanos, de combate a la pobreza y al hambre, organizaciones y movimientos feministas, ecológicos, pacifistas)».

Otro aspecto, no menor, de la cultura política es la secularización del espacio público.

Secularización
«EI hecho de que la cultura política democrática esté sustentada sobre la noción de ciudadano implica una visión secular del mundo compartida (cultura secularizada), es decir, una visión no determinada por elementos o presupuestos que escapen a la racionalidad humana, tales como los dogmas religiosos».
«Una cultura que se seculariza es aquélla en la que las creencias, sentimientos, concepciones y actitudes hacia los objetos políticos van dejando de estar ligados a estilos ideológicos rígidos y dogmáticos que dependen de una voluntad ajena, para abrirse a toda clase de información y convertirse en seculares, vale decir, conscientes, pragmáticos y multivalorativos, esto es, sujetos al libre albedrío y tolerantes frente al flujo de los cambios».
«La secularización implica el paso de una concepción de la sociedad basada en la asignación arbitraria del trabajo y las recompensas, a una centrada en el postulado de la existencia de opciones que se le presentan al individuo para que él haga su selección. Una cultura política secularizada se define también en función de metas y valores compartidos específicamente políticos, es decir, que no se confunden, sino que se diferencian claramente de otro tipo de valores que comparte un conglomerado social (culturales, religiosos, sociales, económicos, etc.). Dicho de otra manera, una cultura se seculariza en la medida en que las estructuras políticas que le sirven de referencia se decantan o especializan».

Esto es, en lo esencial, la cultura política que debe poseer e interiorizar cada uno de los miembros de la ciudadanía de una nación democrática. Esto es lo que debe ser enseñado en las escuelas a nuestros hijos, junto a aspectos básicos de la Constitución vigente. Estos valores y principios son los que como padres debemos transmitirles. De lo contrario no pasarán de ser meros depositantes de votos a merced de los partidos políticos.

REFERENCIAS
1.- Jacques Lagroye (1936-2009) fue un profesor universitario francés especialista en Sociología Política llegando a ser una autoridad mundial en ésa materia. Durante los años 80 impartió docencia en el Departemento de Ciencia Política de la Universidad de Paris 1 Panthéon-Sorbonne. En 1981 sucedió al Profesor Maurice Duverger en la dirección del Departemento.
Durante unos años pasó a la política como asesor del Presidente Mitterand
Posteriormente regresó a la Universidad donde fundó y dirigió durante muchos años el Centre de recherches politiques de la Sorbonne (CRPS).
2.- El Instituto Federal Electoral (IFE) de México fue la máxima autoridad administrativa en materia electoral en los Estados Unidos Mexicanos en el periodo 1990-2014. Técnicamente se trataba de un órgano constitucional.


Majadahonda, 21 de julio de 2014.

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