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jueves, 25 de septiembre de 2014

Los fusilaron al alba. Las últimas ejecuciones del franquismo

Al Alba.
  

«Las últimas ejecuciones del franquismo fueron también los últimos fusilamientos del régimen franquista y se produjeron el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, siendo ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui».

Han transcurrido 39 años.

Un día antes de estos hechos, el 26 de septiembre de 1975, presenté mi Tesis Doctoral. Por la noche me  reuní con mis compañeros y amigos en una cena, con la que quería celebrar el final de los duros años de trabajo y estudio que habían culminado ésa mañana.

Todos estábamos pendientes de la decisión de Franco sobre las peticiones de indultos formuladas no solo en España, sino desde muchos  países, incluyendo a Naciones Unidas y al Vaticano y de forma expresa por el Papa Pablo VI.

Esperábamos la llegada de los últimos amigos, antes de pasar al comedor, bebiendo en la barra del local, una vieja taberna situada en el viejo Madrid de los Austrias. En ésto llegó Jesús, marido de Marisol, militar de profesión y poco adicto al régimen. Él nos dio la noticia.

En los Consejos de Guerra  Sumarísimos que la Justicia Militar llevó a cabo en Barcelona, Burgos y en las dependencias militares de El Goloso (Madrid), resultaron condenados a muerte once de los catorce acusados.

Lo que Jesús nos contó se resume en el siguiente párrafo:

«El Consejo de Ministros del viernes 26 de septiembre, presidido por Franco, indulta a seis de los condenados a muerte, conmutando sus penas por la de reclusión y da el "enterado" para los otros cinco condenados a muerte».

El "enterado" es la denegación del indulto y, por tanto, supone la ejecución de la pena de muerte. Dichas penas de muerte se ejecutaron por fusilamiento la madrugada del día siguiente, el sábado 27 de septiembre.

Los indultados fueron: José Antonio Garmendia Artola (ETA P-M), Manuel Blanco Chivite,  Vladimiro Fernández Tovar, Concepción Tristán López y María Jesús Dasca Pénelas (por estar ambas embarazadas) y Manuel Cañaveras de Gracia (FRAP).

Las palabras de Jesús nos trastornaron. ¡Cinco ejecuciones por fusilamiento!

Pasamos a cenar y tratamos que las conversaciones no giraran sobre ésa cuestión. ¡Nada podíamos hacer!

La comida, la bebida y una conversación distendida, nos fueron animando, pero sé que en el fondo de nuestro pensamiento seguía latente lo que iba a suceder a la salida del sol el día siguiente.

La noche se prolongó no sé hasta que hora. Recuerdo que dormí poco y que me levanté sin resaca, cosa extraña. A las once de la mañana del 27 de septiembre, Cristina, que entonces era mi novia, y yo partimos hacia La Alberca (Salamanca) para pasar un fin de semana que se prolongó hasta el martes siguiente.


«Las ejecuciones de las penas de muerte no indultadas se realizaron por fusilamiento el sábado 27 de septiembre. En Barcelona, fue ejecutado Juan Paredes Manot, Txiqui, de 21 años, y en Burgos, Ángel Otaegui, de 33, ambos militantes de ETA político-militar. En Hoyo de Manzanares (Madrid), José Luis Sánchez Bravo, de 22 años, Ramón García Sanz, de 27, y José Humberto Baena Alonso, de 24, miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP)».

«En Hoyo de Manzanares los fusilamientos lo hicieron tres pelotones compuestos cada uno por diez guardias civiles o policías, un sargento y un teniente, todos voluntarios. A la 9.10, los policías fusilaron a Ramón García Sanz. A los 20 minutos, a José Luis Sánchez Bravo y poco después a Humberto Baena. A las 10.05 todo había concluido. No pudo asistir ningún familiar de los condenados, pese a ser «ejecución pública», según marcaba la ley. El único paisano que pudo asistir fue el párroco de la localidad, que relato después la ejecución:

"Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba. Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó"».

Humberto Baena fue la última víctima de la Dictadura Franquista.

Las irregularidades de los procesos realizados ya habían sido denunciadas por el abogado suizo Chistian Grobet que había asistido como observador judicial al consejo de guerra de Txiki en nombre de la Federación Internacional de Derechos del Hombre y de la Liga Suiza de Derechos del Hombre en cuyo informe del 12 de septiembre dijo:

«Jamás el abajo firmante, desde que sigue los procesos políticos en España, ha tenido una impresión tan clara de asistir a un tal simulacro de proceso, en definitiva a una siniestra farsa, si pensamos un momento en el el provenir que les aguarda a los acusados».

La reacción internacional fue fuerte, tanto a nivel gubernamental como popular. Hubo protestas ciudadanas  en casi todas las ciudades importantes y capitales. Se llegaron  a asaltar o intentar asaltar las embajadas y consulados españoles. En Lisboa la embajada española fue asaltada y el fuego hizo estragos en la misma.
Algunos gobiernos, como el de Noruega, Reino Unido u Holanda, llamaron a sus embajadores en Madrid, en Copenhague la Alianza Atlántica aprobación una moción de protesta contra las condenas del régimen y exhortó a los países miembros que no hicieran nada que pudiera favorecer el ingreso de España en ese organismo.

La respuesta del régimen fue la convocatoria de una
manifestación de adhesión en la madrileña plaza de Oriente, en la que Francisco Franco, físicamente muy debilitado, acompañado del entonces príncipe de Asturias Juan Carlos de Borbón, proclamó:


«Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece».

Esta fue la última aparición pública del dictador. Franco murió casi dos meses después de sus últimos asesinatos.

EPÍLOGO

Poco después de estos hechos, el cantautor Luis Eduardo Aute, creó una hermosa y emotiva canción en recuerdo de estos tristes sucesos. Siempre la tengo en mi memoria y cada vez que la oigo me emociona y me lleva a la noche en la que celebré la lectura de mi Tesis Doctoral.






«Si te dijera, amor mío, 
que temo a a la madrugada, 
no sé qué estrellas son estas 
que hieren como amenazas, 
ni sé qué sangra la luna 
al filo de su guadaña. 

Presiento que tras la noche 
vendrá la noche más larga, 
quiero que no me abandones 
amor mío, al alba, al alba, al alba.

Los hijos que no tuvimos 
se esconden en las cloacas, 
comen las últimas flores, 
parece que adivinaran 
que el día que se avecina 
viene con hambre atrasada. 

Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga, quiero que no me abandones 
amor mío, al alba, al alba, al alba . 
Miles de buitres callados 
van extendiendo sus alas, 
no te destroza, amor mío, 
esta silenciosa danza, 
maldito baile de muertos, 
pólvora de la mañana.

Presiento que tras la noche vendrá la noche más larga, 
quiero que no me abandones 
amor mío, al alba, al alba, al alba».

Luis Eduardo Aute


En memoria de todas las víctimas de la Dictadura Franquista.


Majadahonda, 26 de septiembre de 2014.

1 comentario:

  1. Esta canción también quedó grabada en mi memoria. Tenía entonces 15 años y recuerdo mi perplejidad, mi no entender el por qué. Hoy, de aquel entonces, pienso que Franco estaba más que chungo de la cabeza y mi incógnita es quién les sentenció realmente a morir ? Las antiquísimas intrigas de palacio prosiguieron y prosiguen y, como sabes, siempre digo que entre candilejas moviendo los hilos sibilínamente está la religión.

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