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viernes, 31 de octubre de 2014

El Sr. Rajoy frente a la 'tangentopoli' española

Empieza la semana con otra de «ésas cosas que están pasando y no nos gustaría que pasaran».

Hace un tiempo me despierto cada día preguntándome ¿Qué nuevo caso de corrupción conoceremos hoy?
Me siento muy cansado.

Es tal el montón de mierda que soporta el PP, que el pasado domingo, en un esfuerzo innoble por que no se caiga el edificio bajo su peso, el Sr. Rajoy la ha extendido sobre todos los españoles.

¡Cuánto habremos de aguantar los ciudadanos para que el país se revele contra los que nos roban la dignidad!

Hubo unos años en los que la Audiencia Nacional estaba saturada por los casos de ETA, del contrabando de tabaco y narcotráfico gallegos... Hoy, la Audiencia Nacional está colapsada por la corrupción política y empresarial. Tenemos un problema institucional muy grave del que el PP no quiere saber nada por ser el más implicado, aunque no el único. Vivimos en la misma situación que la Italia de la 'tangentopolis' en los años 90.

Recordemos sus consecuencias.
En 1992 tuvo lugar un proceso  judicial en Italia llevado a cabo por el fiscal Antonio Di Pietro. El proceso -conocido como 'Manos Limpias'- descubrió una extensa red de corrupción que implicaba a los principales partidos políticos del momento y a diversos grupos empresariales e industriales. El proceso causó gran conmoción en la opinión pública, conociéndose como la 'tangentopoli' (tangente es soborno en italiano).

Este proceso se desarrolló en un contexto muy delicado de la política italiana, con una figura destacada que fue Bettino Craxi, líder del PSI y presidente del gobierno. Todo esto desembocó el 30 de abril de 1993 con gente que le tiraba monedas y billetes.

La justicia le condenó a 27 años de prisión. Para evitarlo, Craxi abandonó su puesto de secretario nacional del PSI el 11 de febrero del año 1993 y se fue a Túnez en 1994, hasta su muerte en 2000.

Todo ello se desarrollaba en un contexto político de corrupción, extorsión y financiación ilegal de los partidos políticos. En el que estaban involucrados ministros, diputados, senadores, empresarios, e incluso los ex presidentes del Consejo de Ministros.

La mafia estaba muy relacionada con los poderes políticos y formaba parte del grupo de empresas relacionadas con los corruptos.

El juez Giovanni Falcone (especialista antimafia) fue asesinado el 23 de mayo de 1992 (realizado por la mafia para enfrentarse a la persecución). El 19 de julio ocurrió otro asesino de un magistrado antimafia, Paolo Borsellino. Ambos eran figuras mundialmente reconocidas por su lucha contra el crimen organizado. Su muerte supuso una gran conmoción en Italia y en muchos otros países.

El proceso 'Manos Limpias' acabó, en lo referente a sus repercusiones políticas, con la desaparición de los partidos políticos tradicionales: Democracia Cristiana (DC), el Partido Socialista Italiano (PSI), el Partido Socialista Democrático Italiano (PSDI), el Partido Liberal Italiano (PLI), y con los herederos del disuelto  Partido Comunista: Partido Democrático de Izquierda (PDS) y el Partido de la Refundación Comunista (PCR) perdiendo un gran número de votantes.

El 30 de abril de 1993 fue un día simbólico de la crisis de la corrupción, con el final de la Primera República de Italia, establecida tras la segunda guerra mundial.

Al mismo tiempo que los partidos tradicionales perdían fuerza o desaparecían, surgieron partidos de como la xenófoba y ultranacionalista Liga Norte, partido de derechas, y la populista Forza Italia, fundada por el magnate de los medios de comunicación italianos Silvio Berlusconi, lo que supuso su entrada en la política. A finales de marzo de 1994, Silvio Berlusconi ganó las elecciones.
Lo que ocurrió a continuación lo conocemos, los periodos de gobiernos arbitrarios presididos por Berlusconi llenaron años de la política italiana, llevándola a un nivel de degradación similar al que alcanzó con los partidos tradicionales años antes.

Volvemos a España, que hoy presenta un panorama similar de corrupción a los tiempos de la 'tangentopolis'. Un panorama en el que los efectos de la crisis económica y social y la corrupción política y empresarial lo llenan todo. Mientras que un presidente de gobierno y su partido -implicado profundamente en la corrupción- se niegan a reconocer la realidad y se encuentran paralizados por ella.

No son solo los casos de corrupción que le atañen los causantes de esta situación. En el PP hay tensiones, y más cuando estamos muy cerca de un largo año de elecciones. En el PP, un partido de muy escasa democracia interna, de estructura presidencialista y absolutista, todos miran al Sr. Rajoy esperando ver qué hace, qué dispone. Pero el Sr. Rajoy no hace nada.

Es la inacción del Sr. Rajoy y su cobardía política la que frena la toma de decisiones. Desde el comienzo de la legislatura fijó su atención en la economía, mejor dicho, en lo que al respecto le ordenaran desde la Comisión Europea -leáse la Sra. Merkel- y el FMI, y se olvidó de la política -dando por supuesto que en algún momento supiera lo que significa política-.
Ya he escrito en otro artículo que él no es un político, sino un mal gestor y un pésimo comunicador, ésto último tal vez fruto de su cobardía política.

¡Un presidente de gobierno que huye de los medios de comunicación saliendo por la puerta trasera del Congreso! ¡Que en tres años de mandato apenas ha comparecido ante la opinión pública! ¿Qué cabe esperar de un hombre así?

Se da por supuesto que cuando un país tiene que transitar por momentos muy duros y difíciles, su líder, el que tiene la responsabilidad de gobierno, debe aparecer ante sus ciudadanos con frecuencia para que sepan que hay alguien con un objetivo claro y una actitud decidida y fuerte que trabaja por lograr su bienestar, transmitiendo un mensaje de seguridad y esperanza. Esta premisa de una buena gestión política la desconoce o pasa de ella el Sr. Rajoy.

El partido de gobierno, el PP no puede sostener su posicionamiento. La ciudadanía está harta y no soporta mucho más. El PP ha tocado su nivel más bajo de credibilidad; su debilidad se manifiesta en las encuestas que recogen la intención de voto y la valoración que los ciudadanos otorgan a los dirigentes políticos.

El Sr. Rajoy carece de la 'auctoritas', la legitimidad ética y moral que otorga el conjunto de la ciudadanía.

Sr. Rajoy, no puede seguir gobernando en éstas condiciones. Si alguna vez ha tenido «honorabilidad» y le queda algo de ella, ejerza su poder exclusivo de disolver las Cortes y convoque elecciones generales ya.

Retrasar ésa decisión sería su mayor error.


Majadahonda, 31 de octubre de 2014

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