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viernes, 17 de octubre de 2014

Maternidad y productividad

La ciencia al servicio del nuevo capitalismo. Apple y Facebook ofrecen a sus trabajadoras jóvenes correr con los gastos de congelación de sus óvulos, para que retrasen sus proyectos de maternidad, a cambio de mantener sus contratos con la empresa.
Hasta aquí la noticia.

Mi juicio.
Que las empresas, en este caso punteras a nivel mundial y ejemplo de los avances tecnológicos en materia de comunicación, lleguen al punto de hacer éstas propuestas a sus trabajadoras, demuestra su desprecio hacia la mujer y al proyecto vital de la misma.

También que la ciencia y la tecnología, puesta en manos de los objetivos del capital, nos devuelve al siglo XIX.

La culpa no es de la ciencia ni de la tecnología, logros evidentes del progreso, sino de aquellos que anteponen sus beneficios a los valores éticos y morales de la sociedad.

La incorporación de la mujer al trabajo social, porque trabajar ha trabajado siempre, es considerada como un avance de la sociedad. Es un hecho reciente en términos históricos, propiciado por los movimientos feministas de finales del siglo XIX, y en mayor medida por las guerras del siglo XX.

Ése logro tiene una vertiente personal en la medida que favorece la independencia económica de la mujer respecto al varón, sea padre, esposo o pareja. Y también tiene una vertiente favorable a la sociedad al equilibrar la igualdad entre los géneros. Pero aún más, supone un beneficio económico para la sociedad en términos del PIB.

Ahora, en el siglo XXI, ésa capacidad única, maravillosa y socialmente imprescindible para la supervivencia de la especie, que es la de concebir un nuevo ser, reservada por la naturaleza a las hembras de cada especie, se convierte en un problema en los países más avanzados porque, según dicen, la maternidad disminuye la capacidad productiva de la mujer.

Productividad, competitividad, beneficios corporativos, son los vectores de la sociedad actual, incapaz de hacer compatible la vida familiar y el derecho al trabajo. Una sociedad así está condenada a desaparecer, y yo no quiero estar presente cuando éso suceda.
No me merece la pena.

O aprendemos a crear otro modelo de desarrollo mientras luchamos contra el actual, o nuestros hijos serán esclavos de una minoría muy poderosa.
Que cada uno haga su elección.


Majadahonda, 17 de octubre de 2014.

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